5 may 2013

ABC

Me miento y le miento a diario al decirle que lo amo, porque amarlo ya no es suficiente para todo lo que quiero decir. Miento porque no sé cómo describir el temblequeo que me invade cuando dejo volar el pasado, lo fundo con el presente y aparece la imagen de su rostro en mi futuro. Miento porque no sé cómo expresarle con palabras que lo amo cada día más, de una sola manera llena de diferentes formas. Lo amo siendo una y siendo todas las partes que él conoce de mí. Lo amo como una adivinanza compleja y una parábola simple. Lo amo con los matices de una escala de colores, de un círculo cromático, de un arco iris en el reflejo de la quietud de una laguna. Lo amo en subrayado como la marca de la trayectoria de los cohetes en el cielo al despegar. Lo amo como esa ave que se va y que vuelve. Lo amo porque tiene un vuelo único, porque me enseñó a encontrar un vuelo propio y a no ser una vaga imitación del suyo. Lo amo porque me ayudó a volar por mí y no por él. Lo amo porque volando por mí, mis alas incansables solo buscan volar con él. Y con él me refiero a la primera, la segunda y la tercera letra del abecedario, esas tres letras que forman su primer nombre y apellidos. Lo amo porque es mi ABC.

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