26 ago 2012

Magnolia

Cuántos colores, cuánta belleza, cuántos artistas, ¿verdad? – preguntó Candelario.
- Hmm... si – respondió con duda Magnolia.
– No te escucho convencida, ¿por qué lo dudas?
- Quizá por la misma razón por la que piensas que todos vemos las cosas igual. Para mí no es nada especial, un circo es un circo. Punto. La gente vacía viene a llenarse de un montón de cosas que hacen otros porque no son suficientes para sí mismos. Es otra celebración falsa de la vida. Todo es un montaje.
- Qué cruda. ¿Es eso lo que ves?
- Sí, sólo eso.
- ¿Y los colores?
- ¿Qué pasa con ellos?
- ¿No te motivan, no te llaman, no te conmueven, no te transmiten?
- No puedo diferenciarlos.
- ¿Cómo puede ser?
- Soy daltoniana.
- ¿Y?
- ¿Cómo ‘Y’ Candelario? No percibo los colores y los poco que sí, los confundo. Cómo se supone que voy a disfrutar esto…
- De pronto si vieras con otros ojos…
- ¿Otros ojos?
- Sí. No creo que sea cuestión de tus ojos y su daltonismo. Es cuestión de tu esencia. Está angustiada y perdida. A personas como tú hay que dejarlas así: pasmadas en su gama de grises ascendente a la ausencia del color.
- No te hagas el listo. Sé que hablas del color negro.
- Empieza por usar tus ojos para observar una magnolia. Es blanca como tu nombre, como tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario


From Russian Red

Otros Documentos De La Demencia